Cuando en el año 1999 fui a Eslovenia visité muchos lugares pero sin duda alguna el que más me sorprendió fue la Isla de Bled. Esta pequeña isla de poco más de un km2 es un lugar mágico, el entorno es de cuento de hadas. Los lagos, las cascadas de los alrededores hacen que la excursión hasta allí sea innolvidable.
Bled está ubicada en la parte noroccidental de Eslovenia, a 50 km de la capital del país, Liubliana, y a pocos kilómetros de la frontera con Austria. El lago Bled, de origen glaciar, una de las cosas que más me sorprendió fue la transparencia de sus aguas.
Para llegar hasta la isla tienes que coger una de estas barcas. Cuando llegas a la isla tienes que subir una escaleras bastante empinadas y llegas hasta la Iglesia de la Asunción, que ocupa gran parte de la Isla.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo unos ladrones asesinaron al hombre que vivía en el castillo de Bled y tiraron su cuerpo al lago; su viuda, llena de tristeza, comenzó a ir a la capilla que se encontraba en la isla a rezar, hasta que un día juntó todo el oro que tenía, lo mandó a fundir y cubrió con él una campana para colocarla allí. Sin embrago, al intentar transportarla, una tormenta provocó un accidente que terminó con varios hombres muertos y la campana perdida. Dicen que por las noches, se escucha el tintineo de la campana desde lo profundo del lago. Después de este terrible accidente, la viuda vendió sus propiedades y mandó construir una iglesia en la isla, que es la que está actualmente. Se mudó a Roma y tras su muerte, el Papa bendijo una nueva campana que fue colocada en la iglesia en 1543 por Francis Patavinus. Tienes que tirar muy fuerte de la cuerda para hacerla sonar y si lo consigues dicen que se cumplen tus deseos.
Y claro, una vez que has visto este lugar, en el balneario que está en el pueblo debes comerte uno de estos pasteles, no recuerdo como se llaman pero sí que estában buenísimos